A quienes han sabido hacer que este mundo evolucione, poquito o mucho. Da igual.
Y si la vida se convirtiera en palabras, sería terrible.
Las autopistas siempre dirían las mismas palabras, los
postes las mismas frases altas, los puentes siempre las mismas palabras, los
carros, los edificios. En resumen, las cosas de asfalto y acero dirían siempre
las mismas palabras.
También dirían las mismas palabras los bancos, las sillas,
las camas, los cajeros, las estaciones de gasolina, las puertas dirían todas
dos palabras únicamente, esas para abrir y cerrar puertas; el suelo, los
escalones, las rejas, la ropa, el aire las mismas palabras. El ropero, la
lavadora, las ventanas, el lavaplatos las mismas palabras. Los zapatos, los lápices,
los pantalones, los implementos de aseo las mismas palabras. Las mismas
palabras siempre, sobre todo, ante todo las mismas palabras. Las mismas
palabras las migas de pan caídas en el suelo, las mismas palabras una bolsa de
basura que no han recogido, las mismas palabras una taza de café vacía, sin
nada, recién lavada.
Dirían siempre las mismas palabras también los aparatos
eléctricos tales como radios, equipos de sonido, planchas, bombillos,
televisores, computadores las mismas palabras. Vendría la hora de la misa y la
iglesia las mismas palabras, las sillas las mismas palabras, el agua bendita
las mismas palabras, el altar las mismas palabras, el Jesús crucificado las
mismas palabras. Vendría la hora de las onces y la panadería las mismas palabras,
la caja las mismas palabras, la bandeja las mismas palabras, los vasos, los
cuchillos, el horno microondas las mismas palabras. Vendría la hora de entrar
al baño y la taza las mismas palabras, el papel higiénico las mismas palabras,
el espejo las mismas palabras. Vendría la hora de las mismas palabras, y las
mismas palabras las mismas palabras, las mismas palabras las mismas palabras, y
viceversa las mismas palabras.
Menos mal están los árboles hablando con sus hojas, menos
mal están los pájaros con sus gargantas, menos mal hay gente que no siempre
anda diciendo las mismas palabras. Pero sobre todo, menos mal hay quienes
callan, y se dedican a reorganizar las mismas palabras para que de repente, y
sin previo aviso, comiencen a nacer las nuevas palabras.
La palabra horizonte"horizonte" del poste es igual al de la sanduchera? Incluso sí los postes fueran de distintos lugares "horizonte" sería la misma palabra. Cada palabra es un Aleph.
ResponderBorrarCada palabra es un Aleph. Busca "horizonte" en la RAE, y en seguida lee "La palabra resistente" de José Saramago.
BorrarY te dejo un apartado de su texto "Las palabras":
"... Porque las palabras han dejado de comunicar. Cada palabra es dicha para que no se oiga otra. La palabra, hasta cuando no afirma, se afirma: la palabra no responde ni pregunta: encubre. La palabra es la hierba fresca y verde que cubre los dientes del pantano. La palabra no muestra. La palabra disfraza.
De ahí que resulte urgente mondar las palabras para que la siembra se convierta en cosecha. De ahí que las palabras sean instrumento de muerte o de salvación. De ahí que la palabra solo valga lo que vale el silencio del acto.
Hay, también, el silencio. El silencio es, por definición, lo que no se oye. El silencio escucha, examina, observa, pesa y analiza. El silencio es fecundo. El silencio es la tierra negra y fértil, el humus del ser, la melodía callada bajo la luz solar. Caen sobre él las palabras. Todas las palabras. Las palabras buenas y las malas. El trigo y la cizaña. Pero solo el trigo da pan."
Entonces ¿no se puede escuchar el silencio?
ResponderBorrarNo. Lo que pasa es que si haces silencio empiezas a escuchar cosas que antes no escuchabas, y eso puede hacerte creer que lo que estás escuchando es el silencio.
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