18 de marzo de 2016

poemas anacrónicos


1.



recuerdo una lluvia cálida que nos cobijaba el uno al otro
caía cariñosa sobre la ventana que nos separaba del mundo
y lo llenaba de húmedas caricias

podía caer la noche entera
y para nosotros era mejor.
como un velo, se posaba sobre nuestros ojos
y nos cegaba

la lluvia nos ahogaba, hundiéndonos en el olvido de lo cotidiano
lo pasajero se convertía en nuestra única realidad

vida y muerte eran una sola materia indisoluble
porque el tiempo era un líquido que se derramaba
y caía al suelo sobre el que caminábamos descalzos

ahora cae la misma lluvia
y golpetea sobre los tejados.
me hago un ovillo bajo las cobijas

espero que llueva lo suficiente para no despertar
a mitad de una noche sin lluvia




2.



abra sus ojos.
una luz tenue dibuja las formas de mi cuerpo
las facciones de mi rostro.
soy un hombre de pie frente a su mirada

podría ser el mar
que se extiende
un atardecer gris
una noche estrellada

pero no soy más que un hombre
que dibuja la luz frente a su mirada

acérquese
recorra mi piel
reconozca cómo reacciona ante su piel
míreme a los ojos
encuentre en ellos mi mirada

cierre sus ojos.
desaparecerá entonces la luz
pero iluminará el encuentro

dé un paso atrás
aún hay sobre mi cuerpo el pudor
y la soledad que viene después de la noche

por eso no se detenga
escuche mi corazón acelerado
sienta mi respiración junto a su boca
mis manos en su cintura ancha

obsérveme bajo esta nueva luz
que es su cuerpo
mire cómo se dibuja ante ella el deseo
cómo fluyen el mar y el atardecer por nuestro cuerpo

observe cómo un hombre
para dejar de ser hombre ante su mirada
y volverse atardecer y mar y noche estrellada
lo único que necesita
es la luz de su mirada ciega
su mirada que no mira

haga de la desnudez una prenda
retírela
hallará la desnudez definitiva
de un hombre sin fronteras.




3.


posa tu cuerpo desnudo mi recuerdo
tus caricias anidan desde hace tiempo en mi piel
soy un alquimista
un viajero.

abro mis cuadernos
en ellos he tomado nota de las recetas de la memoria.
con un pequeño truco engaño al tiempo
y regresa la noche en que besé por primera vez tu rostro.

cada uno de tus besos guarda un velero, el viento
me adentro al mar y me dejo llevar sin miedo ni destino cierto.
luego regreso a mi cuerpo que me aguarda

vengo del futuro al que me guiaron tus sonrisas
donde recordé lo que es amar.
el tiempo se ha deshecho
en algún momento comenzó la noche.

estos poemas anacrónicos así llegan
para hablar de tiempos que ya no son
para hablar de tiempos que no se sabe si vendrán

llegan y se van como los sueños
que de alguna forma permanecen.
yo los habito como habito el tiempo
voy y vuelvo como las olas en el mar.