25 de mayo de 2014

Pequeña duda

¿Bastará con romper las líneas
para convertirte en poeta?
¿Bastará con repetir alguna palabra
como si fuera una letanía desprevenida?
¿Bastará con hacer metáforas?
¿Bastará, quizá, con hacer preguntas
y luego intentar responderlas?
No, quizá no baste.
¿Qué te convertirá, entonces
en poeta?

21 de mayo de 2014

La ciudad de la estalagmita

Se tomó varios meses levantando aquella extraña figura vertical. No salía de su casa hasta no haber logrado que la estalagmita creciera al menos un centímetro más que el día anterior. Eso le costó, además de un gran sufrimiento, el trabajo, su novia y su amante, su pájaro, que murió por desórdenes alimenticios, el servicio del agua, de la energía y del gas, le costó la multa de los días que se demoraba en pagar el arriendo de su pequeño apartamento, le costó las clases de pintura, las invitaciones de varios amigos que ya no lo volvieron a llamar.
Primero llevó a su mejor amigo, que, intrigado, esperaba ver una gran obra de arte en la casa del hombre, a quien, con cierta sorna, comenzaban a llamar 'artista'. Siempre lo había creído un poco loco, pero nunca se habría imaginado que aquella extraña figura vertical fuera la razón de su encierro.
Luego llevó a su novia. Después de tener sexo durante cerca de una hora, la llevó emocionado al estudio vacío, en donde no había nada más que una figura deforme en el centro, que se levantaba tímidamente del suelo. Ella no supo cómo reaccionar. El artista llevaba meses de trabajo y siempre hablaba de su obra con misterio. Es cierto que no podía saber qué esperar, pero nunca se imaginó aquella figura cuneiforme en el centro de una sala vacía donde lo más cercano a la belleza era la luz que entraba indiscriminadamente por el techo de vidrio. Lo miró, y al ver su cara de felicidad lloró lentamente, tomando aire como si fuera un pequeño ataque de asma. Se fue sin decir nada. En la noche llamó para decir, Tienes que llamar a un psicólogo. Él tiró el teléfono.
Su amante no se creía con juicio para juzgar ese tipo de cosas; aún así, él tuvo mucho cuidado de mostrarle primero el estudio, antes de llevarla a la cama. Quizá eso fue decisivo. No dijo más que Tú sabes que yo no entiendo de estas cosas. Y se fueron a la cama, pero durante el encuentro él no dejaba de pensar en si habría hecho algo mal; además, estaba extremadamente preocupado por ocultar sus cicatrices. Echó a su amante de la casa antes de que ninguno pudiera tener un orgasmo, y entró al estudio para seguir trabajando. Se hizo la promesa de no abrirle la puerta a nadie más. Si no podía compartir libremente su trabajo con su mejor amigo, su novia y su amante, entonces no podría compartirlo con nadie que pudiera visitarlo alguna vez.
Durante tres meses no recibió llamada alguna, excepto la de su casero, exigiéndole que se pusiera al día con sus mensualidades. Lo hizo de mala gana, solo porque no quería problemas con el sitio en que ya se había habituado a trabajar. Sin vida social, sin presiones externas, aquella figura vertical creció varios centímetros en poco tiempo. La base tan solo se hacía más ancha cuando se hacía necesario para el equilibrio de la estalagmita, que crecía recta hacia el cielo.
Los vecinos se comenzaron a quejar del mal olor. Esto lo obligó a poner ambientadores y a encerrarse él mismo en el estudio, colocando trapos que taparan todas las aberturas por las que pudiera salir el olor concentrado. Cuando el oxígeno comenzó a agotarse, abrió la ventana que tenía dispuesta en el techo. Después de todo ya era necesario para poder seguir erigiendo la mórbida escultura que engordaba y crecía a medida que él se hacía cada vez más flaco, contraído, abstraído, reducido.
Nadie pareció notar, quizá por la lentitud del crecimiento, cómo se empezó a asomar una nueva torre como un sombrero de brujo sobre los techos de la ciudad. Le tomaba varias horas llegar a la cima de su estalagmita, más que por su altura, por la debilidad que aquejaba a su reducido cuerpo. En la noche la humedad lo habría hecho resbalar, pero en el día el sol secaba el extraño tótem rápidamente, hacía cicatrizar aquella extraña figura vertical que comenzaba a superar los más altos techos. Será un nuevo edificio, decía la gente. El sol salía, la tierra giraba, y la sombra cubría, a pedazos, cada rincón de la pequeña ciudad. En las noches, según desde donde se mirara, la luna se posaba en la punta de la estalagmita gigante, como si fuera un oscuro árbol de navidad.
Un día aquella extraña figura vertical dejó de crecer. Nadie se preguntó nunca por aquel evento. El estudio, con el techo abierto de par en par, estaba para siempre encerrado desde adentro, pues solo desde adentro se podía abrir y cerrar.

Los extranjeros la conocían como la ciudad de la estalagmita, mientras que para sus ciudadanos seguía siendo la misma ciudad de siempre, con las cosas de siempre y la gente de siempre. Nada más.  

6 de mayo de 2014

Si soy mujer

Si soy mujer, y digo agua
¿imaginas mis labios
pronunciando cada letra?

Si soy mujer, y digo agua
¿imaginas mi cuerpo
tan lleno de humedades?

Si soy mujer, y digo agua
¿imaginas el sonido
que emite mi garganta?

Si soy mujer, y digo agua
¿imaginas mi abrazo cálido
que te cuida?

Si soy mujer, y digo agua
¿imaginas mi voz
que te susurra y acaricia?

Digo agua, entonces,
y proclamo con mis labios cada letra
con cada gota derramada la describo.
Cierra los ojos y escucha
siente mis brazos alrededor de tu cuerpo.
Siente el calor de este abrazo
siente cómo entra el agua por tu boca.
Bebe cada gota
abstrae de mi piel el sudor
enjuga mis lágrimas
lame cada estancia de mi sexo
sacia tu sed de mi palabra.

Porque llegará el silencio
cuando todo se acabe llegará el silencio.
Habitarás el silencio de los desiertos
estarás en sequía como los desiertos
tendrás la misma sed que en los desiertos.

Y entonces te preguntarás
si fui yo la que dijo agua
y te condenó a la cárcel de la sed en el desierto.
Te preguntarás, también
si fuiste tú quien decidió escuchar mi palabra
en vez de abrazarme
en vez de caminar conmigo
en vez de darnos de beber
en vez de quitarnos mutuamente la sed en el desierto.