como si no
nos bastaran las heridas;
como si las
dudas de cada una de nuestras certezas
no fuera
suficiente.
como si
cada burocracia fuera resuelta.
como si
cada sol nos calentara, tan solo;
como si
cada lluvia nos confortara.
como si los
teatros estuvieran abiertos a cualquier hora
y los
parques no fueran peligrosos de noche;
como si
conociéramos más que nuestra propia voz.
como si no
fuéramos día tras día,
hora tras
hora, nosotros mismos;
como si
cerráramos los ojos para ver más allá.
como si no
quedara del día el cansancio,
como si
tuviéramos a la mano una cura definitiva para el desamor,
como si nos
dejaran ser, por nuestra cuenta, contra todo.
como si no
existieran los atardeceres,
como si las
aceras fueran tan estrechas,
como si
tuviéramos otro par de ojos para mirarnos en algo más que un espejo.
como si la
vida no fuera de por sí bastante dolorosa,
y las
bellezas fuesen tan pequeñas,
y los
secretos hubieran sido hechos para desconfiar, y no para confiar
[en alguien más que en nosotros mismos.
como si
todo lo anterior, nos negamos al amor por lo imposible;
y quizá
allí esté lo que nos enseñe, de otro idioma, un nuevo abecedario,
uno donde
no exista la palabra burocracia
uno donde
la palabra lluvia nos confortara como si dijéramos abrazo.
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