27 de septiembre de 2013

para dormir mejor

y qué pudiera decir yo
qué pudiera hacer para convencerte
para hacerte entender
que las palabras nada importan
que la historia nada importa
que el tiempo nada importa
que ni las más estrictas precauciones
bastan para salvarnos
igual
quién quiere salvarse de este mundo
si la única manera de salir triunfantes
es dándose
es muriéndose
sabiendo que todo lo que importa
es no traicionarse, no traicionarse a uno mismo
y por lo tanto
herirse si es lo que hace falta
lanzarse del quinto piso
lanzarse de la acera a la calle
lanzarse del lugar seguro
a aquel en el que
con toda certeza
nos degollarán sin compasión.

20 de septiembre de 2013

la piel que me amó


la piel de una mujer se siente distinta cuando se entrega; cuando no lo hace en alma y cuerpo, su suavidad cambia. cuando no se entrega es como si la piel se agarrara a los huesos y se volviera coraza, se volviera caparazón para repeler el tacto o para no sentir. la piel es como un traductor de las ganas de follar que una mujer tiene.
quizá por eso supe siempre si me amaban, si solo era un polvo o si era una resignación, porque aun siendo pocas, las hubo. las hay. qué asco la piel relajada de alejandra, que siempre me recordó la piel de un sapo, la baba gelatinosa de un caracol. ella no sentía nada por mí, lo aseguro. cada vez que me venía era como venirme en el vacío; un juguete más de masturbación. mis manos la tocaban por puro compromiso. la piel de patricia, en cambio, siempre fue como tocar una pelota de voleibol. cada vez que se desnudaba, iba a ella. era como un juego al que volvía como se vuelve a una piscina. era una piel agradable al tacto que no entregaba más que eso: distracción y placer. pero de mucho estar en la piscina, la propia piel se arruga y se daña. la piscina es como la estúpida y patética abstracción de un mar que nuestros ojos no alcanzan a ver.
y es que intento entender cómo me derrumbé ante la piel de natalia sobre el asfalto, blanca, pálida, sin poder tocarla una vez más. de nada hubiera servido arrodillarme ante las flores, ante el santo grial, ante el agua de todos los ríos que iban a dar al mar, porque ya se habían secado. aquella piel puta, entregándose a las manos de la muerte. aquella piel que no alcanzaba ni a la piedra, que había sido lo que ya nunca sería: una piel que fue siempre para mí.
hubo quien gritó que seguía viva, pero ya sabía yo que no, que su piel nunca volvería a ser la piel que me amó.

10 de septiembre de 2013

canto que resultó ser a mí mismo


prometo abrir cada uno de mis poros como si fuera una puerta
para que entres y salgas cuando quieras.
prometo cerrar los ojos para que se haga de noche y canten las cigarras
dentro, muy dentro.
prometo respirar siempre hondo para que el viento juegue con tu pelo
y además respire este paisaje de luna.
prometo tomar mucha agua para que crezcan ciruelas jugosas
y te bañes sin ropa a la sombra de cualquier árbol.
prometo también las lágrimas sinceras para que nunca te falte condimento
ni un mar salado para navegar al horizonte.
prometo la alegría y la tristeza, porque hacen falta las tempestades,
porque de ahí vienen los más hermosos arrabales.
prometo las palabras, y también el silencio, para que no te falte el canto
ni tampoco la tranquilidad de los caminos.
prometo, debo decirlo, cerrar a veces las puertas, porque el polvo y el cansancio
a veces hacen un mundo inhabitable, y hay que limpiarlo.
prometo no mentirme, prometo la sinceridad, porque el cielo oscurece si llueve
y también se iluminan las calles si hay sol.
prometo oler canela, el pasto recién podado, la lluvia sobre el asfalto
para que no te falten los perfumes que no cargas.
o quizá no te prometo nada
quizá es tan solo una manera de decir algo
que no sé cómo decir.
quizá es una manera de decir
lo indecible.
quizá te pueda prometer no hacerte promesas, porque el mundo es lo que es
porque el mundo simplemente está ahí, cada día, llueva o haga sol
o quizá sea un día indeciso

y pueda ver el arcoiris.

6 de septiembre de 2013

sobre mí, un muerto



todas las noches reposa sobre mí un muerto. todas las noches me usa de cama, desprevenida, descaradamente. todas las noches un muerto se posa sobre mi cuerpo y me interroga de manera implacable, me enfrenta contra su tiempo sin tiempo. quizá es por eso que todas las noches siento frío, y debo cubrirme con tres cubrecamas, una cobija y, a veces, poner la cabeza debajo de la almohada. ese muerto me reclama todo cuanto hice y dejé de hacer. ese muerto, que casi siempre sabe lo que dice, me abraza y me amenaza, y es que sabe mejor que nadie de mis miedos y confianzas.
todas las noches reposa sobre mí un muerto que me recuerda, de la manera más terrible, que estar vivo no es para siempre, y me empuja con su guadaña de cortar recuerdos para que siga caminando; no me deja descansar.
cuando despierto, decidido a luchar y a mandarlo a la mierda, ya parece haberse ido. pero yo ya no estoy tan seguro; hoy me di cuenta de un pedazo de ropa sospechosamente rasgado, un cierto sabor a tierra en el desayuno, un pedazo de piel especialmente frío, un colibrí empecinado en picar una flor marchita, un libro cerrado, un cierto sabor nuevo en mi boca, como a viejo, como a tiempo, como a olvido. será que poco a poco me va matando, así sin que yo me dé cuenta, sin prevenirme, sin advertirme. será que por eso me pincha con su guadaña, como recordándome, como diciéndome que mira, que aquí estoy, que no me olvides, que acuérdate que por la noche hace frío y estaré de nuevo preguntándote qué tanto te olvidaste de mí en el día, cabrón. si te olvidas de mí, te mueres, ¿oyes? si te olvidas de mí, te mueres.

4 de septiembre de 2013

el amor por lo imposible


como si no nos bastaran las heridas;
como si las dudas de cada una de nuestras certezas
no fuera suficiente.

como si cada burocracia fuera resuelta.
como si cada sol nos calentara, tan solo;
como si cada lluvia nos confortara.

como si los teatros estuvieran abiertos a cualquier hora
y los parques no fueran peligrosos de noche;
como si conociéramos más que nuestra propia voz.

como si no fuéramos día tras día,
hora tras hora, nosotros mismos;
como si cerráramos los ojos para ver más allá.

como si no quedara del día el cansancio,
como si tuviéramos a la mano una cura definitiva para el desamor,
como si nos dejaran ser, por nuestra cuenta, contra todo.

como si no existieran los atardeceres,
como si las aceras fueran tan estrechas,
como si tuviéramos otro par de ojos para mirarnos en algo más que un espejo.

como si la vida no fuera de por sí bastante dolorosa,
y las bellezas fuesen tan pequeñas,
y los secretos hubieran sido hechos para desconfiar, y no para confiar
[en alguien más que en nosotros mismos.

como si todo lo anterior, nos negamos al amor por lo imposible;
y quizá allí esté lo que nos enseñe, de otro idioma, un nuevo abecedario,
uno donde no exista la palabra burocracia
uno donde la palabra lluvia nos confortara como si dijéramos abrazo.