12 de noviembre de 2013

Réquiem


Antes de que nos alcancen las balas,
antes de que caigan las bombas,
antes de salir de casa, olvidar las llaves,
y no volver ya nunca más;

antes de perder la cabeza,
antes de que la muerte llegue
y con ella la impunidad del olvido
porque quien muere ya no recuerda nunca más;

antes de que la piel se vuelva gris,
antes de que los ríos se tiñan de rojo,
antes de cerrar los ojos cada noche
sin saber si vendrá un sueño más;

antes de que el dolor duela,
antes de que la tristeza llore,
antes de que lo que era nuestro mundo
se convierta en un retrato demasiado fiel de la realidad;

antes de perder la mirada limpia,
la sonrisa grande, el abrazo seguro,
los pies que, felices, bailaban;
antes de entender la fatalidad del tiempo

dame un último beso que no muera,
mírame a los ojos y sonríe,
abrázame fuerte, muy fuerte,
tan fuerte que no quede aire entre nosotros,
que las balas no nos desgarren,
que las bombas no nos destrocen,
que el tiempo no pueda quitarnos la piel desnuda,
y la lluvia no nos moje
y el dolor no nos duela
y la tristeza no nos llore
y que no se nos ensucie la mirada
y no perdamos la sonrisa;

que no sintamos que se nos va la vida
justo antes de morir.

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