29 de enero de 2013

De las palabras


¿Palabras?
No. Hoy no quiero palabras.
Hoy quiero tocar, sentir, besar.
Hacerle un altar al tacto.

Saber cómo se siente la madera
el asfalto, los frijoles, un cubio,
el agua, el mármol, un prado mojado,
la piel, la piedra, la papa pastusa.

Quiero hacerle, además
un altar al olfato, al placentero
y al que no lo es, al que en vez de verso
parece prosa, y de la mala.

Saber a qué huele un pedo de bruja,
un nardo, una fresia, el eucalipto,
a qué huele el cuello de una mujer,
recordar el olor del saco de rombos de mi padre.

Quiero saborear exóticos platos
y corrientazos de tres mil pesos
y dulces de anís y chicha de maíz morado
y sal marina, mineral, y sudorípara.

Pizza hawaiana, acetaminofén,
sal, pimienta, albahaca y limón,
isodine bucofaríngeo, agua de la llave,
de botella, del río, de un lago, de la lluvia ácida.

Quiero oír gritar a la gente,
sin importar las palabras.
Bien pueden cantar Carmina Burana a capella
bien pueden vociferar una de Velosa y los carrangueros.

Oír cantar a un colibrí. Oír el llanto,
la risa, el rechinar de dientes, una guitarra,
un tambor, un martillo, un taladro de metal,
el río de carros, el río de gente, el chillido de las ratas.

Hoy quiero ver paisajes y edificios,
luces, sombras, círculos, otras cosas inútiles de la geometría.
Ver a Dios, si se puede, ver gritar,
ver llorar, correr, parar, salir, entrar.

Quiero ver el rojo, el azul, el verde, el blanco,
lámparas, rosas, puentes, catedrales o casas de cartón,
camellos, perros, gatos, libélulas, arañas,
el arcoiris, un pedazo de carne, un cuadro de Magritte.

Hoy quiero que en vez de palabras
la poesía sea de los sentidos.
Olvidarme, por hoy, por un momento, de las palabras,
y mirar el universo detrás de un par de ojos negros.

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