Nunca, hasta el día de hoy, se nos había ocurrido que el paraíso
tan esperado podría llegar a ser el mayor de los infiernos. Lo mismo que el
descanso eterno. Tan solo imagínense: uno sentado en la mecedora, con alas en
la espalda, mirando cómo el mundo se pudre abajo sin poder hacer nada.
Dale señor el descanso eterno, condénalo a la quietud,
condénalo a ver cómo nos morimos, cómo nos matamos, cómo nos vamos destruyendo
de a pocos sin poder hacer nada. No, no lo condenes señor al descanso eterno,
no lo condenes a estar pajareando por ahí o, para el caso, angeleando, que debe
ser aburridísimo andar embarazando vírgenes sin desvirgarlas. No lo condenes a
ver cómo se fabrica una bala y no poder hacer nada al respecto. No lo condenes
al exilio terrenal, no lo condenes al paraíso sabiendo que aquí está la tierra
en que vivía, sabiendo que aquí está la tierra en que sufrimos una vez viene la
muerte. Si le vas a dar vida después de esto, no seas cínico y deja que por lo
menos para algo le sirva en vez de andar mirando nubes y ángeles asexuados o
con escote. Sé consecuente, y en vez de condenarlo al descanso eterno condénalo
al trabajo forzado por mejorar la tierra; o hazle ese favor, que si eso hizo en
vida puedo decirte, de buena fe, que lo hará de todo corazón también en muerte.
Nada de descanso eterno, nada de paraíso: si así ha venido siendo, el paraíso
debe estar lleno de perezosos inútiles o tristes esclavos de su condición. Si
así ha venido siendo entonces prefiero morirme y nada de descanso eterno; se
acabó, ya no da más, sé finí, el cuerpo se murió y el alma también, hasta aquí
fue, no pasas de esta frontera, muriste, ya, nimás.
Yo no quiero andar sufriendo de ningún trauma de
abstinencia angelical sin poder ayudar a los que siguen vivos. Te tocaría,
Señor, conseguirme un pañal mágico para ángeles. Mátame de una vez cuando me
muera, que yo no pienso andar descansando eternamente; y si no, pues atente a
las consecuencias porque o ayudo o te hago una revolución en el cielo. Perdón,
Cielo. Con C de Engreído.
Ahí te dejo la Cuestión.
Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario