27 de noviembre de 2012

A qué juego yo


A qué juego yo
a la búsqueda de un tesoro que no encontraré
a levantar cada piedra del camino
a perturbar la vida bajo tierra
y volver a ubicar la piedra sobre los pequeños animales
A qué juego
a perder el tiempo y salir corriendo, desesperado
a cazar libélulas, luciérnagas, luces sin sol
a estar desequilibrado en la cuerda sobre el precipicio
y caer gritando, sollozando, sobre la piedra de los pequeños animales
A qué juego yo
a levantarme cada mañana por la izquierda
a ponerme los zapatos como de princesa a medianoche
a jugar con los relojes en busca del tiempo perdido
y que las campanadas suenen, y yo me vuelva de nuevo a mis cobijas
A qué juego yo
a inventarme un nuevo idioma que solo yo entienda
a escribir códices indescifrables
a vagar, y vagar, y vagar, sin saber qué jugar después
y desesperar mientras encuentro un nuevo juego
A qué juego yo
a andar de espáiderman por la vida, disfrazado
a ponerme gafas nuevas, pantalones nuevos, cara nueva
a no cansarme de jugar todos los días los mismos juegos
y seguir jugando, esperando que algún día pueda decir
A qué juego yo
a juegos viejos, a rodar el trompo y ensartar la coca
a las escondidas, a la cocina, los carritos y las muñecas
a salir corriendo como guepardo sin destino
y solo correr, perdido, por la selva
A qué juego yo
a cazar frutos podridos, a desenterrar gusanos
a tener un olfato mejor que el de un perro
a pretender que los demás entiendan a qué juego yo
y que algún día no pregunten
A qué juego yo
y les tenga que responder, con lágrimas en los ojos
y les tenga que explicar, con un nudo en la garganta y en el pecho
y vea, impotente, que no me entienden cuando les diga
¡a la vida, carajo, yo juego a la vida!

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