A qué
juego yo
a la
búsqueda de un tesoro que no encontraré
a
levantar cada piedra del camino
a
perturbar la vida bajo tierra
y volver
a ubicar la piedra sobre los pequeños animales
A qué
juego
a perder
el tiempo y salir corriendo, desesperado
a cazar
libélulas, luciérnagas, luces sin sol
a estar
desequilibrado en la cuerda sobre el precipicio
y caer
gritando, sollozando, sobre la piedra de los pequeños animales
A qué
juego yo
a
levantarme cada mañana por la izquierda
a ponerme
los zapatos como de princesa a medianoche
a jugar
con los relojes en busca del tiempo perdido
y que las
campanadas suenen, y yo me vuelva de nuevo a mis cobijas
A qué
juego yo
a
inventarme un nuevo idioma que solo yo entienda
a
escribir códices indescifrables
a vagar,
y vagar, y vagar, sin saber qué jugar después
y
desesperar mientras encuentro un nuevo juego
A qué
juego yo
a andar
de espáiderman por la vida, disfrazado
a ponerme
gafas nuevas, pantalones nuevos, cara nueva
a no
cansarme de jugar todos los días los mismos juegos
y seguir
jugando, esperando que algún día pueda decir
A qué
juego yo
a juegos
viejos, a rodar el trompo y ensartar la coca
a las
escondidas, a la cocina, los carritos y las muñecas
a salir
corriendo como guepardo sin destino
y solo
correr, perdido, por la selva
A qué
juego yo
a cazar
frutos podridos, a desenterrar gusanos
a tener
un olfato mejor que el de un perro
a
pretender que los demás entiendan a qué juego yo
y que
algún día no pregunten
A qué
juego yo
y les
tenga que responder, con lágrimas en los ojos
y les
tenga que explicar, con un nudo en la garganta y en el pecho
y vea,
impotente, que no me entienden cuando les diga
¡a la
vida, carajo, yo juego a la vida!
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