23 de noviembre de 2012

18.


Es difícil perderle el miedo a las palabras, dejar que tomen vida propia. Ellas conocen su casa, conocen también los caminos que la llevan a los destinos deseados. Y son capaces de perderse y buscar, salirse del camino para encontrar destinos inesperados. Saben por dónde llevarnos para volvernos locos y por dónde para volvernos cuerdos. Saben que en el mundo estamos solos y que sin ellas no somos nadie, ni uno ni mil ni dos. Son cura y sustento, y enfermedad y decadencia. Pueden hacernos acreedores del paraíso o del más horrible infierno.

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