Fui
envejeciendo, cargando el peso de los días.
Empujé mi
silla de ruedas por los caminos que caminaba
Hasta que
tuve que sentarme en ella.
Esos
caminos florecidos que a mi paso se fueron marchitando,
Los
caminos de tierra en que quedaron mis pasos
Los caminos
de tierra que se hicieron después pavimento
Tan duro
y tan seco, tan plano, tan gris.
Ya no
recuerdo las flores. Son como mi cansancio.
Mi
cansancio es transgénico, modificado genéticamente.
El hombre
se cansa más y los caminos se hacen más largos.
El hombre
se detiene ante la vitrina colorida.
Los
vidrios de la ciudad encierran los olores,
Aíslan
las manos del tacto y la lengua de sus placeres.
Ya no
somos maíz del Popol Vuh sino ceniza de la Biblia.
Quiero
volver a los caminos de tierra.
Me siento
culpable de haber caminado.
Me siento
culpable de haber vivido el proceso de pavimentación.
Es
cierto, mi silla de ruedas anda mejor.
Pero
quiero volver a embarrarme.
Prefiero
arrastrarme por el barro húmedo a andar tus ciudades.
Prefiero
ir desnudo, a riesgo de la burla, que vestir tus prendas.
Prefiero
matarme, lanzarme desde las cuchillas de Sutatausa
Antes que
morir cómodamente en tus camas anti-ácaros.
Quiero
morir con mis hermanos mayores antes que parir.
Al árbol
habría que preguntarle sobre la paciencia,
¿cómo te
metiste debajo del pavimento?
¿Cómo
pudiste destrozarlo, elevando la tierra?
¿Cómo
puedes vivir?
Ahora mis
pies se cansan en zapatos de marca
Sobre pavimento
de marca y señalizaciones.
Mi
terrible sentencia: algún día volveré a caminar descalzo.
Me dices “¡Te
reto!”, mostrándome mi tumba bajo tierra.
Quizá te
tomaste mi pasado y mi presente,
Pero no
sabrás qué hacer conmigo cuando muera.
Si no me
entierras en el cemento, volveré como árbol
Y levantaré
tu maldito pavimento.
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