22 de julio de 2013

disolución dos

sobre el mar, el viento espera las nubes.
el barco extiende las velas como pulmones.
sobre la arena, el aire juega con las dunas.
el hombre cae y se cubre la boca.

ahora parece de noche sobre cubierta.
se elevan gritos de tormenta.
el barco gira en el mar que es el cielo.
el hombre se hace feto en el sol del desierto.

juegan las dunas de arena a elevarse
con ayuda del viento que las hace y deshace.
juegan las olas rompiendo sus crestas en el aire,
lloviendo dentro del barco, sobre vela y mástil.

y hay un hombre acurrucado con piel de madera,
hay un barco que se arrodilla cubierto de tela.
el hombre cruje y el barco se enrosca
entre agua y arena y ventisca y rocas.

el sol, encima del mundo, no ve más que una brisa,
no ve más que un pedazo de tierra que gira.
y sobre la arena la lluvia, y sobre el mar ni una sombra.
el hombre se para y descubre la tormenta y las olas.

sobre los remos reposa una leve capa de arena,
las velas se hinchan de nuevo al sol que las nombra.
el hombre se descubre la boca y bebe
del enfrentamiento entre tormenta y rocas.

el barco agradece la arena por la que navega,
el hombre mira la cresta de las olas.
hombre de madera sobre el tiempo del mundo

hombre de sol y lluvia, sin muerte ni rumbo.

15 de julio de 2013

regreso


sobre mis labios, cera de velas rojas.
sobre mis dedos, pétalos de seda.
mi cuerpo, envuelto en terciopelo,
y dos cristales sobre mis ojos.

vengo del río y del viento,
de un horizonte con campo abierto.
vengo de sentir el mundo con mis manos,
con mi piel desnuda que vuelve a casa.

en la puerta, las flores y las velas,
la falsa piel y los cristales blancos.
vuelvo del mundo cálido y frío
a mi hogar de leña y horno de barro.

regreso, no sin tristeza y nostalgia,
no sin vida atravesada en la garganta.
me visto de lo que sé mío y respiro.

aún hay algo que no sé. algo ha cambiado.
no sé si ha sido mi casa o he sido yo mismo.
ahora mi casa está llena de río, viento y campo.

9 de julio de 2013

Cuando la mudez


Sobre la página rasgada, una línea.
La dibujó un niño, un viejo,
una mujer de alguna edad imprecisa.
Es una línea negra.

Hay un camino sobre la yerma superficie,
hay una mancha sobre lo inmaculado,
hay una guía hacia el horizonte.
La ha dibujado una mano de cinco dedos.

De la mano no se sabe más que eso;
cinco dedos, piel, uñas, arrugas.
No hay más fronteras que la línea.
No hay más firmas que aquella raya.

Del mundo no se sabe más que eso;
la hoja, la raya, la mano.
No hay nombres ni banderas.

Solo hay esta línea negra con forma de letras
que gritan desesperadas.
Nadie sabe qué gritan.

Ni la mano
ni la hoja
ni ellas mismas.