15 de noviembre de 2010

Diez

Sobre los ángulos indiscretos poso la mirada de la luna, aquella donde nunca llegará la incertidumbre que nos ataca. Sobre los ángulos indiscretos me surgen claros de luna, buscando las palabras que han de salvarme de la noche. Recoger los pedacitos de luz que van quedando se ha vuelto una tarea ardua, agarrándolos entre las manos como si fueran agua que se escurre, a la que no queremos dejar caer sobre el hirviente suelo de nuestros pesares. Que se evapore no es el mayor problema, al fin y al cabo esa es la tarea de la luz (sí, de la luz). Evaporarse para luego regresar de otras formas que no experimentamos. Hoy ha sido en forma de una mujer que me encanta, que con sus labios suaves y su piel morena acaricia mi existencia. Aunque no lo sepa, o no lo quiera saber, la ternura la embarca, con una mirada cómplice que bajo la oscuridad me dice "ven", y entonces ahí está, en esa mirada, en esos labios, en esa piel quemante, la luz de un día como hoy.

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