B: ¿Cómo está tu hermanito?
A: No ha nacido, mis papás dicen que todavía faltan unos meses.
B: ¿Ah sí? ¿Cuántos?
A: Sin cuenta.
B: ¿Cincuenta? ¿Estás seguro?
A: Imagínate. Ya no será mi hermanito, voy a estar viejito.
B: ¿Pero no son los popótamos los que se demoran cincuenta meses en tener un popótimo?
A: No seas tonto, no son los popótamos y no son sin cuenta meses. Son los cocordilos, y tienen cocordolitos.
B: Pero… ¿cómo puede el cocordilo tener cocordolitos si los cocordilos no lloran? Dicen que todos los bebés lloran.
A: Yo no lloré.
B: ¿Cómo así que no lloraste? El doctor me dijo que todos lloramos cuando nacemos.
A: ¿Qué doctor?
B: El de la barriga de mi mamá.
A: ¡Ese es el problema! ¿No sabes cómo se hace un niño?
B: Me dijeron que era en un repollito, pero yo sé que no. El otro día los escuché decir que les iba a tocar hacerse una ontología. Y que en la pórtesis (como una puerta especial) les iban a dejar uno blanquito. O algo así.
A: No, no. Los papás tienen que encerrarse en el cuarto, se dan besitos, y así hacen al bebé.
B: ¿Ah sí, y cómo sabes?
B: ¿Sí ves?, no sabes.
A: ¡Sí sé! Pero es que ya me aburrí. Quiero jugar.
B: ¿A qué?
A: A volar.
A: Tú eres un globo. ¡Bobo!
B: Pues… pues… Pues mejor ser un globo bobo a un popótimo que no vola.
A: ¡Así no se dice! El popótimo es el niño, se dice popótamo. Los popótimos sí volan.
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