2 de febrero de 2016

un jardinero

vengo del jardín, mujer.
traigo de allá sed y hojas secas.
quité del suelo la maleza
y teñí de negro la tierra, que estaba ya agrietada.
traigo las manos sucias
y algunos rasguños de jardinero.

he dejado la huella de mis botas a lo largo del pasillo
y el suelo de la ducha quedará negro
pero me he cuidado de no poner las manos en las paredes blancas.
sí, ya sé que vamos tarde al colegio del muchacho
ya sé que el desayuno se ha enfriado
ya sé que luego tenemos que ir a casa de mamá.
 
es que no pensé que fuera a tomar tanto tiempo esta labor.
cuando salí de casa el sol aún no había asomado
todavía el claro de luna entraba por la ventana
iluminando la ropa desparramada por la alcoba
y delineando tu cuerpo.
me levanté con cuidado
no quería que despertaras tan temprano.
 
me preparé un café con la luz apagada
me gusta cómo el olor del café le va ganando al olor de la noche
y abrí la puerta, sintiendo aquella brisa fría, húmeda y densa
que solo se siente a la madrugada.
en una mano mi taza caliente
la otra en el bolsillo del pantalón de trabajar
y a la espalda la maleta con bolsas, regadera y tijeras de podar.
 
me gusta el camino que lleva al jardín
todo de tierra seca que no hemos querido pavimentar.
me gusta que esté alejado del zaguán
lejos de casa y de las visitas
lejos de todo lo que hacemos día a día
mirándonos vivir.
 
el jardín parece otro de noche
como un hombre que siempre es el mismo hombre
pero que a veces parece otro sin explicación.
cómo me hubiera gustado tomar una foto para que lo vieras.
no, una foto lo arruinaría todo.
quizá un pintor
quizá un poeta de esos a los que cuando hablan
no se les escuchan las palabras.
 
puedo intentarlo, si quieres.
hubiera querido mostrarte las flores cerradas con luz de luna
y el brillo que revela el rastro de las babosas.
a esa hora los caracoles duermen sobre las hojas
y el silencio de las lombrices es aún más profundo
seguramente porque duermen todavía
y todos los colores están oscuramente teñidos de penumbra
y yo de pie
con una taza de café olorosa en medio del jardín.
 
¿lo ves? no te he dicho nada y siento que ya lo he dicho todo
pero finalmente lo que necesita un jardín es un jardinero y no un poeta
especialmente ahora que la tierra está seca y no vienen los pájaros
no vienen ya los colibríes porque las flores se marchitan antes de nacer.
seguro prefieren otros sitios más bonitos
pero si algún día vuelven, y encuentran el jardín bien presentado
quizá se queden.

me tomé el café en un par de sorbos
y me arrodillé entre la maleza.
arranqué de raíz varias plantas muertas,
quité varias hojas que ya estaban secas.
removí la tierra
hice todas esas cosas que se hacen cuando se arregla un jardín
tarareando algunas de las canciones que cantaba mi padre
mientras mi madre encendía la leña
o le rompía el cuello a la gallina del sancocho
o recogía la caca de los caballos, para que no anduvieran entre su propia mierda.

mis padres fueron felices, tú lo sabes
quizá no tanto como nosotros lo somos ahora
pero es que la vida era distinta entonces.
mi padre no era jardinero, por ejemplo
y yo era un chiquillo sin colegio al que tuviera que llegar con puntualidad.
antes los jardines eran el mundo entero,
antes no se oía hablar del calentamiento global.
 
yo creo que pronto morirá mi madre
pero no me asusta, es normal
ya es una mujer vieja que vivió todo lo que había por vivir
yo creo que ya ella quiere descansar.
 
mientras me baño, anda y mira cómo quedó el jardín.
mira cómo está libre de maleza y cómo ha revivido.
mira cómo se ve de distinta la tierra
ahora que tiene agua otra vez.
mira las flores, mira los colores
antes de que se vaya la luz del amanecer.
 
perdona. yo sé que ya es hora de salir
que mi madre no se va a morir si no nos ve antes
que al niño le van a poner un retardo por nuestra culpa
que el desayuno ya no va a saber a nada
pero quiero decirte una última cosa.
 
creo que fue antes de que el sol saliera
antes de guardar las tijeras y echar en la bolsa la tierra y las hojas secas
antes de sentarme a descansar y alistarme para volver
 
cuando aún quedaba algo de luz de luna
me senté a mirar si faltaba algo más en el jardín.
cuando ya salía el sol, que el aire se llena de luz en un instante
en aquel encuentro entre la brisa de la noche y la luz,
vi nacer sobre las hojas el rocío.
simplemente llegó.
así como llega la tristeza
sin avisar
así como llega la alegría.


ahora regreso yo también de la noche.
es mi turno de quitarme la tierra seca del cuerpo.
estoy cansado
y de allá traigo sed y hojas secas
traigo las manos sucias y algunos rasguños.
voy a tomar algo, voy a lavarme el sudor.
sí, me como el desayuno de un bocado
y vamos a dejar al muchacho en el colegio.