19 de abril de 2014

Un rey Midas

No hay voz que no sea la mía, pero me niego a abrir los labios.
Todo aquello que nombro, muere.
No poseo más que una red de pesca para atrapar mis palabras,
que son como pescaditos que nadan invisibles en el aire
que huyen, fatales, hasta que alcanzan su destino.
Nombro la rosa, la inmarcesible, y se la lleva el viento,
se aleja transfigurada en palabra, sin color ni olor,
sin forma definida para tomarla entre las manos;
atraviesa mi red de pesca y no vuelve.
Digo luna y ella, de inmediato, pierde su brillo;
y los mares enloquecen, y no veo mi camino,
pero siento el frío en que se ha convertido:
una brisa recorre mi cuerpo y luego se va y no vuelve.
Y ojalá fuera tan solo eso.
Si digo abrigo desaparece parte de mi armario,
pero también se van volando los abrazos
se van volando incluso las palabras,
esas palabras atesoradas en un cofre secreto.
Nunca aprendí a callarme.
Sucede incluso en los momentos más inesperados.
Palabras dichas sin darme cuenta:
Zapatos, zancudo, yema (solo la clara), equis, ventana, verde, unión, taladro, techo, tubo, tuba, sapote, sierra, piano, puerta, piso, pluma, olla, orden, nenúfar, nimio, nomo, nido, mesa, mata, matera, muchacha, mediterráneo, luz, libro, lana, loma, lima, limón, lulo, lente, ca, jirafa, jamón, imanes, hilo, gorro, gato, faro, festivo, fruna, eclipse, espejo, diario, disco, data, conejo, catalejo, cojín, café, bisonte, binario, boscoso, amanecer, ala, arnés, amarillo, anís, amor.
De a pocos, el mundo se hace suspiro.
Todo se lo lleva el viento.
No sé dónde apoyo mis pasos;
ya dije pasto, ya dije vaso,
ya dije trozo de alma mía.
Necesito llamarte, pero temo decir tu nombre.
Llega, llega y no me pidas palabras.
Llega tan solo. Yo prometo guardar silencio, prometo no nombrarte nunca.
Prometo no decir nuestros secretos.
Nombra todo aquello que he perdido;
quizá en tu voz vuelva la rosa, la luna y los abrigos.
Pero si no vienes pronto, tan solo me quedarán dos palabras.
La segunda de ellas será mi nombre.